Twittear Tweet to @lambertglam94 Seguir a @lambertglam94 Tweet #Historias%20de%20Twitter Twittear Tweet to @adamglam94 Seguir a @adamglam94 Tweet #Historias%20de%20Twitter UN DÍA CUALQUIERA: UN DÍA CUALQUIERA CAP. 3

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UN DÍA CUALQUIERA

Hola, aquí os voy a colgar mi fanfic de Adam Lambert, espero que os guste, he cambiado algunas cosas, ya que le quise dar un giro a la historia. Lo mejor sería que empezarais a leer por el principio. Actualizaré lo antes posible, os agradecería que opinaseis sobre este blog, escribiendo algún comentario. Espero que os guste, gracias.

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miércoles, 27 de abril de 2011

UN DÍA CUALQUIERA CAP. 3

Fui a mi habitación a contárselo a Joshua, pero cuando llegué ya no estaba. Bajé al salón, pero tampoco estaba allí. De repente escuché unas risitas en la cocina, fui corriendo entusiasmado y me encontré a Joshua y a Adam coqueteando. En cuanto los vi, cogí a Joshua por el brazo y lo arrastré hasta el salón.

-¿Qué pasa, por qué me arrastras así?

-Porque estabas ligando con el imbécil de mi hermanastro.¿Qué pasa, te gusta?

-Solo estábamos hablando y riéndonos. Y ¿Qué pasa si me gusta?

-No te puede gustar, es idiota.

-No es idiota. Y ¿por qué le cogiste tanta manía?, es majo. ¿No será que al que le gusta es a ti?

-No seas gilipollas, como me va a gustar.

Los dos nos sentamos en el sofá, respirando fuertemente y con la cara roja como un tomate. Estuvimos unos minutos sin decir nada, esperando a que se nos pasara el enfado.

-Sabes, me aceptaron la solicitud del Campamento para Jóvenes Escritores, me recogen mañana.

-¡Ah, que bien! y ¿Cuándo tiempo vas?

-Voy dos semanas

Acto seguido sonó un móvil, era el de Joshua. Él cogió el teléfono y se fue al porche. En él había un balancín azul y una mesa de madera con dos bancos a los lados. Mi padre siempre que estaba en casa se sentaba en esa mesa para leer el periódico o para jugar al Chinchón con los amigos de la taberna.

Al cabo de un rato, llegó Joshua.

-Era mi madre, que no sabe programar el video. Ya sabes como es.- Dijo con voz cansada.

-Ya, jajaja, bueno, no pasa nada, vete a casa.

-Mañana cuando llegues, llámame.-Dijo dándome un abrazó.

-Chao.

Joshua cogió su mochila y se fue a la cocina, era estrecha, pero larga, con forma rectangular. Tenía los electrodomésticos empotrados, y los muebles en tonos azules. Al final estaba la puerta de atrás. Esa puerta nunca se utilizaba, porque estaba atrancada.

-Adiós, Adam, encantado de conocerte, nos vemos.- dijo estrechándole la mano.

-Igualmente, hasta pronto.

Subí a la habitación para llamar a mi padre para contarle la noticia. No le gustó mucho la idea de estar sin mí quince días, pero lo disimuló bastante bien para que yo no me diera cuenta. No me lo podía creer, yo en ese campamento. Desde los siete años había querido ir, y ahora por fin lo conseguiría.

Empecé a preparar la maleta, no se me podía olvidar nada, así que hice una lista con lo que tenía que meter en ella. Cepillo de dientes, cámara, peine… ¡Mierda! No sabía donde había metido mi chapa de la suerte, sin ella no iba a ningún sitio. Me la había regalado mi madre cuando era pequeño, tenía su nombre y el mío grabado dentro de un corazón. Por más que la buscaba no la encontraba, entonces me acordé, me la había dejado en el baño al ducharme esta mañana.

El baño no era muy grande, estaba al final del pasillo, tenía una bañera con una cortina rosa en el fondo. El lavabo estaba a la izquierda con un espejo empotrado a la pared con ribetes morados. Los azulejos eran blancos con pintas moradas, igual que el espejo. También había un armario a la derecha, que era donde me había dejado la chapa.

Abrí la puerta marrón del baño y lo vi… vi a Adam con una toalla en la mano, completamente desnudo. Las gotitas de agua todavía le resbalaban por todo el cuerpo, tenía el pelo mojado y la cara roja por el agua caliente. Él me miró con los ojos como platos, pero no se movió, seguramente se quedó paralizado, igual que yo. No sabía que hacer y empecé a sentir como mis mejillas empezaban a ruborizarse. Aunque mi cerebro me decía que cerrara la puerta y dejara de observarlo, mi cuerpo no respondía. Me quedé allí, sin poder apartar los ojos de su magnífico cuerpo. Estuve solo unos segundos, pero a mi me parecieron eternos. Cuando por fin recuperé el sentido salí corriendo a mi habitación medio llorando de la vergüenza.

Creo que no había pasado tanta vergüenza en mi vida…

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